
Todo comenzó en un pequeño piso en Madrid
«Parece mentira que la oficina estuviera en un piso de San Sebastián de los Reyes… ¡Un edificio de vecinos!». Ana recuerda con cariño esos primeros años en las oficinas de Madrid en un piso en una comunidad de vecinos. Esos días parecen muy lejanos, si los comparamos con nuestras instalaciones actuales. Eramos pequeños de superficie, pero grandísimos en sueños y ganas de dar a la construcción en España grandes soluciones en innovación, calidad y acompañamiento personalizado.
Ana nos cuenta: «La distribución del espacio era simplemente sublime. El salón era el área de trabajo principal, los dormitorios eran despachos y hasta la cocina del piso tenía una función. Era allí dónde ordenábamos y hacíamos el trabajo documental». Porque sí, en los ochenta y muy buena parte de los noventa… Todo se hacía a mano, pero, de eso hablaremos más adelante.
En el centro de Barcelona… 3 personas llevaban las operaciones de PERI
Más o menos lo mismo sucedía en paralelo en la oficina de Barcelona. Jordi nos cuenta con mucho orgullo cómo fueron esos primeros días en PERI. En Barcelona, la empresa inició operaciones en una pequeña oficina en el centro de la ciudad. «Sólo tres personas hacíamos todo. Desde el trabajo técnico más profundo hasta el trabajo comercial y administrativo». Un trabajo que hoy se agiliza con softwares y aplicaciones, pero que, en ese entonces, se hacía con papel y boli.
Ambos, Ana y Jordi, coinciden en un punto común en ese momento de nuestra historia. El tamaño y la cantidad de personas trabajando en PERI permitió consolidar un grupo cohesionado y en el que, poco a poco, se transformaron de compañeros de trabajo a familia.

Del papel a las aplicaciones
En la actualidad, PERI es una empresa puntera en innovación y que ha integrado horizontal y verticalmente la tecnología. Los procesos de venta, logística, diseño y administración actuales se hacen de forma automatizada y apoyada por soluciones informáticas avanzadas. Sin embargo, no siempre, fue así.
Un recuerdo de Ana era el proceso de recepción y procesamiento de albaranes. De forma muy rudimentaria, a nuestros ojos actuales, en los ochenta, los pedidos y entregas se procesaban de forma muy peculiar. Existía un código de colores para poder organizar el albarán de forma más rápida y precisa, un albarán que llegaba a la oficina escrito a mano. Un albarán blanco para suministros, uno rosa para devoluciones y uno verde para compras. Y, muchas veces, los pedidos de los comerciales venían escritos en la servilleta de un bar. Todo se hacía a mano y el ordenador era sólo una herramienta aislada y con una capacidad miles de veces inferior a la que tenemos en la actualidad.

Trabajar en analógico, todo un desafío
Jordi recuerda haber tenido un ordenador en su mesa. Un PC gigantesco, ruidoso y muy pesado. Una máquina que se usaba para tareas muy específicas y en la que todo se guardaba en disquetes. Estos disquetes debían viajar físicamente entre oficinas, clientes y proveedores para gestionar proyectos. No sólo eso, un sólo disquete, era insuficiente. Cada disco debía numerarse y mantenerse ordenado en secuencia para abrir un sólo archivo.
Lo que hoy parece una pieza de museo, en las oficinas de PERI de los inicios de Ana y Jordi era el caballo de batalla de quienes trabajaban en la empresa: Una máquina de escribir. Eso sí, una máquina eléctrica que era el «no va más» de la tecnología de oficina de los ochenta. El fax y las comunicaciones por aparatos de teléfono fijos eran el día a día.
El cambio tecnológico llegó a finales de los noventa con la instalación de routers y el internet. Enormes equipos cuya velocidad de conexión harían reír a cualquiera del departamento de informática actual. No obstante, todo fluía muy bien gracias a la pasión que cada uno ponía en su trabajo y al soporte directivo de la empresa.
Grandes obras que marcan una vida
A lo largo de sus casi 40 años en PERI España, Jordi ha participado en algunos de los proyectos más significativos de la historia reciente de la construcción en nuestro país. Obras que no solo han transformado ciudades, sino que también han dejado una profunda huella en su trayectoria personal y profesional.
Uno de los momentos más especiales fue su implicación en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, un acontecimiento que no solo cambió el rumbo de la ciudad, sino que puso a prueba el talento y la capacidad de todos los que participaron en su preparación.
También destaca su participación en la construcción del trayecto del AVE entre Barcelona y Madrid, símbolo de modernización y conexión, y en el Aeropuerto de El Prat.
Son obras que representan mucho más que estructuras: son recuerdos compartidos, aprendizajes continuos y la certeza de haber contribuido al progreso del país.
La evolución del trabajo, una mejora sustancial en el tiempo
Sin lugar a dudas, la tecnología ha hecho mucho más que reducir el tamaño del hardware en las empresas modernas. Para empresas como PERI, la tecnología ha permitido que el trabajo haya evolucionado y se haya hecho más eficaz. De esto nos hablan con igual pasión Jordi y Ana. Cada uno, en su área de acción reconocen cómo el trabajo actual se hace de una manera mucho más precisa y rápida con un evidente efecto positivo en la calidad del producto final.
«Lo que antes te llevaba un día, hoy lo haces en una hora», recuerda Jordi. Esta agilización del trabajo no sólo permite que se dinamicen las tareas operativas, permite que se pueda dedicar más tiempo a la planificación, el seguimiento y, en definitiva, al control de la calidad. Y eso, nos dice Ana, lo notan los clientes que eligen a PERI por ese exhaustivo control de cada fase de nuestros procesos y ese empeño en lograr la máxima satisfacción en el cliente.
Otro punto clave en nuestra evolución ha sido la consolidación de PERI como una familia unida y comprometida con los demás. «Cada uno de nuestros compañeros es más que alguien que comparte oficina… ¡Es un amigo!», dice Ana con mucha emoción. Para quienes hacemos vida en PERI, sabemos que el valor más grande de nuestra empresa son las personas.
Consejos de quienes han hecho camino en PERI
Cuando preguntamos a Jordi y Ana qué le dirían a alguien que acaba de empezar en PERI, no lo dudaron "aprende de los errores, comparte lo que sabes y sé buen compañero."
Animan a los que acaban de empezar a acercarse, a hablar con los que llevan más tiempo, a no tener miedo de preguntar. Porque el espíritu de familia, que nos unió desde el inicio, cuando aún nos llamábamos PERI Española y los coches de los comerciales eran de un amarillo chillón que se distinguía desde lejos, es lo que nos ha traído hasta aquí.
Una cultura de cercanía que sigue marcando nuestra forma de trabajar.

La vista en el futuro sin olvidar nuestro pasado
Recorrer nuestros primeros años en España no es, para nada, un ejercicio de melancolía o nostalgia. Al contrario, es un vínculo que nos conecta con una empresa que nació en un pequeño piso y que gracias a su gente ha llegado a ser lo que es hoy en día: una referencia de dedicación, calidad y compromiso.
En este recorrido, Ana y Jordi nos han abierto las puertas de su historia: casi cuatro décadas en las que han crecido profesional y personalmente junto a una empresa que sienten como su casa. Para ellos, PERI ha sido una gran escuela que ha marcado sus vidas, no solo por la calidad de los materiales o la innovación constante, sino por el compromiso y la responsabilidad de un equipo que sigue haciendo de esta empresa un lugar en el que merece la pena quedarse.
Hemos recorrido un largo camino, y lo más valioso es haberlo hecho junto a quienes han confiado en nosotros: compañeros, clientes y colaboradores. Seguimos avanzando, y entendiendo la construcción para poder cumplir con las necesidades de un sector en constante transformación.
Porque cada proyecto, cada historia y cada persona han hecho de PERI lo que es hoy. Y lo que está por venir, lo construiremos como siempre: en equipo.
Un día para recordar: celebrando 50 años
Aquí os dejamos alguna fotos de este día tan especial que vivimos junto a clientes, compañeros y amigos.